Primer Gol_ Marquinho
Segundo GOl_Waldir Sáenz
Tercer Gol_ José Jayo
Cuarto Gol_ Paulo Hinostroza
Quinto_ César Rosales
Sexto Gol_ Waldir Sáenz
Alianza Lima 6 - Anoversitario 3
Esta crónica pertenece quizá a uno de los mejores partidos que me tocó vivir, cabe resaltar que cuando les presento las crónicas de un grito, todos son relatos reales y es justamente ese el motivo por el cual comparto con ustedes mis experiencias personales que sucedieron en una fecha determinada haciendo un paralelo con un partido y/o goles que fueron importantes en mi vida como hincha aliancista, quizá alguno piense “que raro, a este pata le pasa cada cosa cuando juega alianza”; pero no es así, solo hago mención de las fechas que tuvieron acontecimientos no cotidianos, y es allí donde encuentro el plus.
Era un sábado 20 de Mayo de 1995, se jugaría el primer clásico de ese año, ese día al despertar mi viejo nos dijo algo que no pensamos oír, pero que sí queríamos que lo dijera; el nos dijo ¿Vamos al estadio?, hoy el clásico es en matute, como en casa todos tenemos hasta los huesos de color azul y blanco alegremente respondimos ¡¡Claro!!, ok, esa mañana teníamos que ir a casa de una tía, ya que Lina, mi mamá, tenía que trabajar pero solo lo haría hasta el mediodía, luego nos reuniríamos con mi viejo para dirigirnos rumbo a La Victoria, como esa casa ubicada en el distrito de Santa Anita era y es recontra aburrida, no me quedo otra cosa que ir con mi hermano menor a jugar al “vicio” como le decíamos de pequeños a esos antros donde alquilaban Nintendo, Max play, Sega, etc. Recuerdo que eran como las 11:30 am, cuando estábamos en lo mejor de un partido de “pichanga”, juego que recordarán con cariño los que pertenecemos a esta generación que día a día retaba a la década de los noventa, observamos con asombro a mi prima entrar por la puerta principal y nos dijo, “tu mamá quiere que vayan, regresen”, ¿pero por qué?, pregunté, ella respondió un tanto seria “no lo sé, solo quiere que regresen urgente”, con la cara larga regresamos a la casa de mi tía donde se encontraba, al llegar, ella estaba con un rostro que denotaba preocupación y me comentó “ha llamado tu tío, el pelado, y parece que nos han vaciado la casa”, como era lógico, sentí una línea que recorrió mi cuerpo desde la cabeza hasta la punta del uñero del dedo gordo de mi pie izquierdo (mas exagerado), instantáneamente tomamos un taxi y regresamos a nuestra fortaleza que parecía haber sido ultrajada; dentro del auto no podía dejar de pensar en el partido que obviamente me perdería, ‘ta mae, justo hoy tiene que suceder esto _pensaba, cinco minutos bastaron para llegar a casa, ya que vivimos en Ate y estamos relativamente cerca de Santa Anita, al bajar del auto, afuera de mi casa estaba mi tío antes mencionado esperándonos, la puerta estaba abierta y tenía el cerrojo golpeado y una de las ventanas rotas, por donde los delincuentes metieron la mano para poder abrir la puerta, cuando nos alistábamos para entrar y ver lo peor, oímos la voz de Elías, mi tío, decir “tranquilos, no han robado nada” ¿qué paso?, ¿si la puerta ya está abierta, que pudo haber evitado el acto delictivo?, la explicación fue la siguiente, “los ladrones llegaron en un auto Volkswagen crema, y justo cuando estaban a punto de entrar a la casa, una vecina de enfrente salía de la suya, al ver personas extrañas en actos sospechosos, lo primero que hizo fue apuntar la placa, para luego acercarse a ellos y preguntarles a quien buscan, ellos seguramente no esperaban que alguien los encare y en al acto se metieron en el pequeño escarabajo y se fueron como un rayo”, imagínense, nos salvamos por un pelo, previamente la noticia ya había llegado a oídos de mi viejo e hizo su aparición en casa aproximadamente a la una de la tarde, es de suponerse que la idea de ir al estadio ya estaba descartada por que como sabrán, mi papá tendría que ir a la comisaría y poner la denuncia con los papeleos que eso amerita; en casa, ya más relajados, dieron las tres de la tarde, y el clásico de los clásicos estaba a punto de comenzar, la tristeza de no estar en Matute ya se había esfumado; con Beto, mi hermano veíamos el encuentro sentados en la cama, entonces, un baldazo de agua fría, gol de las gayinas, se adelantaban en el marcador y teníamos que esforzarnos el doble para sacar el partido adelante, pero apenas cinco minutos después llegó el primer grito ¡¡ Goool, gooolazzzo de Marquinho, que tiro libre señores!!!, vamos, que lo volteamos, el juego se hacía enredado y las patadas se lucían más que los toques y el buen fútbol, por eso el árbitro de aquel partido, el chileno Fernando Chapel se vió obligado a expulsar a dos jugadores por bando, Carranza y Ubillus por los visitantes y Marquinho y Frank Ruiz por los grones, con nueve futbolistas cada equipo el match se abrió y las jugadas de peligro se hacían más constantes, a los 26’ nuevamente los plumíferos se ponían en ventaja con anotación de Germán Carty, pero Waldir a los 36’ igualaba el marcador de penal, ¡¡¡Gool, el primer tanto de Wally en clásicos!!!, si no lo podemos ganar, tampoco lo perdamos _pensaba; así terminó el primer tiempo y la garganta ya me dolía, sobre todo por el gol del brasileño, cada vez que lo veo, me da ganas de gritarlo.
Acabaron los quinde minutos de descanso y en casa con mi hermano y mi vieja, no estábamos preparados para lo que venía, los íntimos salieron con ganas de ganar el partido, y hacer delirar a este estadio que lucía lleno de tope a tope, apenas a los 55’ Sáenz asiste con un soberbio pase a Jayo que sólo frente al ¿portero?, Cerdo Guerrero define como solo los grandes saben hacerlo, ¡¡Golaaaaazzzoooo, sombrerito, globito, vaselina, como quieran decirlo fué un golazo!!!, mi esqueleto quería salir del cuerpo, saltar y abrazarse con lo que quedara de mí, si el de Jayo había sido un golazo, ni en sueños hubiera visualizado el que vendría a los 69’ por obra del “Churre” Hinostroza, una proyección por la banda izquierda qua ni con moto podrían alcanzar, desde la mitad del campo hasta el área chica del rival y definir de manera magistral, ¡¡Goolazzzoooo, cada gol de Alianza era mejor que el anterior!!! , no podía creer lo que estábamos viviendo, no podía creer, que casi estuve allí, no podía creer lo que me estaba perdiendo por culpa de los amigos de lo ajeno, mi cerebro se confundía aún mas, se mezclaba la alegría del triunfo con la tristeza que significaba mi ausencia en el recinto del cruce de Isabel La Católica y Abtao, pero este rico y disfrutado martirio se ampliaba más cuando a los 80’ nuevamente ¡¡¡Goolaazzzo, cortesía del buen César Rosales, nuevamente aprovecho la mala ubicación del portero crema para metérsela hasta el fondo con sombrero incluído!!!, un minuto después los visitantes descontarían, pero ya de nada le serviría, porque a los 83’ nuevamente Waldir anotaría y les daría el tiro de gracia, mientras nosotros saltábamos y gritábamos, fin del partido, resultado histórico Alianza Lima 6 – Anoversitario 3, ese día los blanquiazules eran capaces de ganarle a cualquier equipo que se ponga al frente; un marcador que no sólo nosotros recordaremos para siempre, sino los perdedores también, pero ellos con un sabor amargo, en casa, luego de una mañana agitada, la tarde nos regalaba un partido que me marcaría de por vida, no podía ni hablar por lo afónico que me encontraba, pero valía la pena; ganar un clásico no es sólo la alegría del triunfo, es también la doble dicha que nos provoca la desgracia y la tristeza del rival. Como dato anecdótico a los acontecimientos mencionados al inicio de esta historia, les contaré que cuando mi papá se encontraba en la comisaría, uno de los oficiales que lo atendía, recibió la llamada de su esposa, ésta le dijo “nos acaban de robar en la casa, unos ladrones han entrado y se han llevado todo, los vecinos dicen que vinieron en un Volkswagen crema con placa XXXXX”, jajaja, la misma placa y el mismo auto que había visto mi vecina en la puerta de mi casa, es decir, luego de no poder cometer su delito en mi domicilio, se fueron y robaron en otra casa que quedaba en otro barrio que coincidentemente era la casa del policía que atendía a mi viejo cuando hacía la denuncia; cosas que suceden, sólo espero que éste oficial haya sido hincha de la “O”, para que su sufrimiento haya sido el doble y jamás como yo, se olvide de este 20 de Mayo de 1995, hasta el próximo gol.
Esta crónica pertenece quizá a uno de los mejores partidos que me tocó vivir, cabe resaltar que cuando les presento las crónicas de un grito, todos son relatos reales y es justamente ese el motivo por el cual comparto con ustedes mis experiencias personales que sucedieron en una fecha determinada haciendo un paralelo con un partido y/o goles que fueron importantes en mi vida como hincha aliancista, quizá alguno piense “que raro, a este pata le pasa cada cosa cuando juega alianza”; pero no es así, solo hago mención de las fechas que tuvieron acontecimientos no cotidianos, y es allí donde encuentro el plus.
Era un sábado 20 de Mayo de 1995, se jugaría el primer clásico de ese año, ese día al despertar mi viejo nos dijo algo que no pensamos oír, pero que sí queríamos que lo dijera; el nos dijo ¿Vamos al estadio?, hoy el clásico es en matute, como en casa todos tenemos hasta los huesos de color azul y blanco alegremente respondimos ¡¡Claro!!, ok, esa mañana teníamos que ir a casa de una tía, ya que Lina, mi mamá, tenía que trabajar pero solo lo haría hasta el mediodía, luego nos reuniríamos con mi viejo para dirigirnos rumbo a La Victoria, como esa casa ubicada en el distrito de Santa Anita era y es recontra aburrida, no me quedo otra cosa que ir con mi hermano menor a jugar al “vicio” como le decíamos de pequeños a esos antros donde alquilaban Nintendo, Max play, Sega, etc. Recuerdo que eran como las 11:30 am, cuando estábamos en lo mejor de un partido de “pichanga”, juego que recordarán con cariño los que pertenecemos a esta generación que día a día retaba a la década de los noventa, observamos con asombro a mi prima entrar por la puerta principal y nos dijo, “tu mamá quiere que vayan, regresen”, ¿pero por qué?, pregunté, ella respondió un tanto seria “no lo sé, solo quiere que regresen urgente”, con la cara larga regresamos a la casa de mi tía donde se encontraba, al llegar, ella estaba con un rostro que denotaba preocupación y me comentó “ha llamado tu tío, el pelado, y parece que nos han vaciado la casa”, como era lógico, sentí una línea que recorrió mi cuerpo desde la cabeza hasta la punta del uñero del dedo gordo de mi pie izquierdo (mas exagerado), instantáneamente tomamos un taxi y regresamos a nuestra fortaleza que parecía haber sido ultrajada; dentro del auto no podía dejar de pensar en el partido que obviamente me perdería, ‘ta mae, justo hoy tiene que suceder esto _pensaba, cinco minutos bastaron para llegar a casa, ya que vivimos en Ate y estamos relativamente cerca de Santa Anita, al bajar del auto, afuera de mi casa estaba mi tío antes mencionado esperándonos, la puerta estaba abierta y tenía el cerrojo golpeado y una de las ventanas rotas, por donde los delincuentes metieron la mano para poder abrir la puerta, cuando nos alistábamos para entrar y ver lo peor, oímos la voz de Elías, mi tío, decir “tranquilos, no han robado nada” ¿qué paso?, ¿si la puerta ya está abierta, que pudo haber evitado el acto delictivo?, la explicación fue la siguiente, “los ladrones llegaron en un auto Volkswagen crema, y justo cuando estaban a punto de entrar a la casa, una vecina de enfrente salía de la suya, al ver personas extrañas en actos sospechosos, lo primero que hizo fue apuntar la placa, para luego acercarse a ellos y preguntarles a quien buscan, ellos seguramente no esperaban que alguien los encare y en al acto se metieron en el pequeño escarabajo y se fueron como un rayo”, imagínense, nos salvamos por un pelo, previamente la noticia ya había llegado a oídos de mi viejo e hizo su aparición en casa aproximadamente a la una de la tarde, es de suponerse que la idea de ir al estadio ya estaba descartada por que como sabrán, mi papá tendría que ir a la comisaría y poner la denuncia con los papeleos que eso amerita; en casa, ya más relajados, dieron las tres de la tarde, y el clásico de los clásicos estaba a punto de comenzar, la tristeza de no estar en Matute ya se había esfumado; con Beto, mi hermano veíamos el encuentro sentados en la cama, entonces, un baldazo de agua fría, gol de las gayinas, se adelantaban en el marcador y teníamos que esforzarnos el doble para sacar el partido adelante, pero apenas cinco minutos después llegó el primer grito ¡¡ Goool, gooolazzzo de Marquinho, que tiro libre señores!!!, vamos, que lo volteamos, el juego se hacía enredado y las patadas se lucían más que los toques y el buen fútbol, por eso el árbitro de aquel partido, el chileno Fernando Chapel se vió obligado a expulsar a dos jugadores por bando, Carranza y Ubillus por los visitantes y Marquinho y Frank Ruiz por los grones, con nueve futbolistas cada equipo el match se abrió y las jugadas de peligro se hacían más constantes, a los 26’ nuevamente los plumíferos se ponían en ventaja con anotación de Germán Carty, pero Waldir a los 36’ igualaba el marcador de penal, ¡¡¡Gool, el primer tanto de Wally en clásicos!!!, si no lo podemos ganar, tampoco lo perdamos _pensaba; así terminó el primer tiempo y la garganta ya me dolía, sobre todo por el gol del brasileño, cada vez que lo veo, me da ganas de gritarlo.
Acabaron los quinde minutos de descanso y en casa con mi hermano y mi vieja, no estábamos preparados para lo que venía, los íntimos salieron con ganas de ganar el partido, y hacer delirar a este estadio que lucía lleno de tope a tope, apenas a los 55’ Sáenz asiste con un soberbio pase a Jayo que sólo frente al ¿portero?, Cerdo Guerrero define como solo los grandes saben hacerlo, ¡¡Golaaaaazzzoooo, sombrerito, globito, vaselina, como quieran decirlo fué un golazo!!!, mi esqueleto quería salir del cuerpo, saltar y abrazarse con lo que quedara de mí, si el de Jayo había sido un golazo, ni en sueños hubiera visualizado el que vendría a los 69’ por obra del “Churre” Hinostroza, una proyección por la banda izquierda qua ni con moto podrían alcanzar, desde la mitad del campo hasta el área chica del rival y definir de manera magistral, ¡¡Goolazzzoooo, cada gol de Alianza era mejor que el anterior!!! , no podía creer lo que estábamos viviendo, no podía creer, que casi estuve allí, no podía creer lo que me estaba perdiendo por culpa de los amigos de lo ajeno, mi cerebro se confundía aún mas, se mezclaba la alegría del triunfo con la tristeza que significaba mi ausencia en el recinto del cruce de Isabel La Católica y Abtao, pero este rico y disfrutado martirio se ampliaba más cuando a los 80’ nuevamente ¡¡¡Goolaazzzo, cortesía del buen César Rosales, nuevamente aprovecho la mala ubicación del portero crema para metérsela hasta el fondo con sombrero incluído!!!, un minuto después los visitantes descontarían, pero ya de nada le serviría, porque a los 83’ nuevamente Waldir anotaría y les daría el tiro de gracia, mientras nosotros saltábamos y gritábamos, fin del partido, resultado histórico Alianza Lima 6 – Anoversitario 3, ese día los blanquiazules eran capaces de ganarle a cualquier equipo que se ponga al frente; un marcador que no sólo nosotros recordaremos para siempre, sino los perdedores también, pero ellos con un sabor amargo, en casa, luego de una mañana agitada, la tarde nos regalaba un partido que me marcaría de por vida, no podía ni hablar por lo afónico que me encontraba, pero valía la pena; ganar un clásico no es sólo la alegría del triunfo, es también la doble dicha que nos provoca la desgracia y la tristeza del rival. Como dato anecdótico a los acontecimientos mencionados al inicio de esta historia, les contaré que cuando mi papá se encontraba en la comisaría, uno de los oficiales que lo atendía, recibió la llamada de su esposa, ésta le dijo “nos acaban de robar en la casa, unos ladrones han entrado y se han llevado todo, los vecinos dicen que vinieron en un Volkswagen crema con placa XXXXX”, jajaja, la misma placa y el mismo auto que había visto mi vecina en la puerta de mi casa, es decir, luego de no poder cometer su delito en mi domicilio, se fueron y robaron en otra casa que quedaba en otro barrio que coincidentemente era la casa del policía que atendía a mi viejo cuando hacía la denuncia; cosas que suceden, sólo espero que éste oficial haya sido hincha de la “O”, para que su sufrimiento haya sido el doble y jamás como yo, se olvide de este 20 de Mayo de 1995, hasta el próximo gol.
1 comentarios:
Como no recordar ese dia, estuve en el estadio y fue algo que cualquiera quisiera vivir, buena cronica.
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